En una revelación histórica, tres detectores de metales británicos han dado con el hallazgo de su vida en el noroeste de Gales. Han desenterrado monedas de 2,000 años de antigüedad que podrían cambiar la narrativa sobre la actividad comercial de la región durante la Edad de Hierro.
Estas monedas, un total de 15 staters de oro, fueron encontradas en la isla de Anglesey entre julio de 2021 y marzo de 2022. Este descubrimiento, según el Amgueddfa Cymru – Museo de Gales, representa las primeras monedas de oro de la Edad de Hierro descubiertas en Gales. Un hecho que, por sí solo, ya es monumental.
Acuñadas entre el 60 a.C. y el 20 a.C., estas monedas se originaron en tres cecas distintas ubicadas en la actualidad en Lincolnshire. Se cree que pertenecieron a la tribu Corieltavi, habitantes de la región durante los últimos años de la Edad de Hierro. Inspiradas en el diseño de las monedas macedonias de oro de Felipe II, muestran un estilizado busto de Apolo en el anverso y un carro de dos caballos con un auriga en el reverso.
Robert, uno de los descubridores, compartió su emoción, “Tras 14 años buscando tesoros, desenterrar un stater de oro en perfecto estado fue un sueño hecho realidad, y el hecho de que no solo encontrara uno, sino dos, fue simplemente mágico”. Watson, otro de los afortunados descubridores, contó cómo mejoró su detector de metales tras el hallazgo y cómo eso lo llevó a encontrar diez monedas más.
El Gwynedd Archaeological Trust ha comenzado una investigación sobre por qué estas monedas estaban allí. Sean Derby, un arqueólogo involucrado, señaló, “Aunque aún no sabemos el origen exacto de las monedas, el lugar de descubrimiento está rodeado de actividad prehistórica y romana temprana. Estos hallazgos aportan muchísimo a nuestra comprensión de la región”.
El museo, por su parte, especula que estas monedas no eran de uso diario, sino que servían para transacciones de alto valor, regalos o incluso ofrendas a los dioses. Con la isla de Anglesey siendo un importante centro religioso durante los siglos I a.C. y I d.C., la naturaleza sagrada de la isla podría haber sido fundamental para la elección de este lugar como sitio de entierro de las monedas.