Los seres humanos estamos consumiendo muchos más recursos naturales de los que nuestro planeta puede seguir sosteniendo. De hecho, la cifra ha crecido hasta el 173% de todos los recursos desde el 119% de hace 40 años.
Este incremento ha sido provocado sobre todo por los países más ricos, cuyos habitantes exigen niveles de vida cada vez más altos, aunque tengan que comprar recursos en otros lugares.
Los investigadores han dividido los países en cuatro categorías según su producto interior bruto (PIB) per cápita y su déficit ecológico local para ilustrar el cambio insostenible en la demanda de recursos. Han llegado a la conclusión de que si no mejoramos rápidamente la seguridad de los recursos mediante su conservación y restauración, la reducción de los combustibles fósiles, el desarrollo sostenible y el cambio de las pautas de consumo, nuestro capital natural será incapaz de recuperarse. Como consecuencia, la desigualdad llegará a ser aún mayor.
En el año 1980 el 57% de la población mundial vivía en un país con la doble maldición de tener una renta inferior a la media y un déficit de recursos biológicos, afirman los investigadores. En el 2017, esa cifra había aumentado al 72%. Por otro lado, los países con mayores ingresos y déficit de recursos solo representan el 14% de la población mundial, pero esta minoría demanda el 52% de la biocapacidad del planeta.
En el caso de una recesión económica, por ejemplo, una pérdida de recursos no es tan catastrófica para España como lo sería para Níger o Kenia, donde una pérdida rápida podría comprometer la seguridad alimentaria y energética. Lo que pondría en riesgo las vidas de muchas más personas, explican los autores del trabajo publicado en Nature Sustainability.
Para vivir de forma realmente sostenible, no deberíamos utilizar más de la mitad de la capacidad de los recursos de nuestro planeta, pero si todos los habitantes del mundo vivieran como los de los países de mayores ingresos y bajos recursos —como Suiza, por ejemplo— necesitaríamos aproximadamente 3,67 planetas Tierra para satisfacer la demanda global, señala la investigación.
«Si los patrones de desarrollo de estas ciudades o territorios no son replicables, solo hay una manera de que estas entidades eviten su propia desaparición: deben estar seguras de que pueden superar financieramente a todos los demás en este planeta para asegurar su metabolismo de recursos», concluyen los autores del estudio.