2022 fue el año más violento en Ecuador, del 1 de enero al 31 de diciembre de 2022, la sociedad civil registró 332 casos de muertes violentas de mujeres por razones de género, el ranking del terror con gran potencial de superar el récord histórico en 2023.
Más allá de los escalofriantes datos, la falta de acceso a la justicia continúa siendo un desafío que perpetúa ciclos de impunidad y violencia que indignan temporalmente a Ecuador, un país que olvida con facilidad.
Un país donde los femicidas fueron parte de las propias filas de la Policía Nacional, que son los encargados de garantizar la seguridad de todos los ciudadanos.
El caso de femicidio que alarmó al país y que mantiene bajo investigación a un exmiembro de la Policía Nacional develó la ineptitud del Gobierno, pues el principal sospechoso del atroz delito fue descubierto por un turista ecuatoriano en el vecino país Colombia. Cinco meses de impunidad, cuyo proceso continúa a pasos lentos.
Pero al ser el femicidio la máxima expresión de violencia de género que atraviesa todo ciclo vital. ¿No debería tener una máxima pena? ¿Acaso las cifras no significan nada? ¿Qué debería pasar para que las condenas se endurezcan?
Según informes, una mujer es asesinada cada 26 horas en Ecuador. La víctima más joven apenas y tenía tres meses de edad, y la mayor 84 años, muchas de ellas madres que dejaron a 245 hijos e hijas en orfandad.
Exigimos cadena perpetua y trabajos forzados a criminales cómplices y encubridores de asesinatos que privan a los seres humanos sin aplicar ningún tipo de distinción.
B.M.