El río Huambuno en Napo se devasta con la minería ilegal

Franklin Vega

El río Huambuno y sus tierras cercanas ofrecen un paisaje de guerra, como un suelo bombardeado. Al recorrer la vía Ahuano – Misahuallí, en los sectores de Río Blanco, San Alberto, Galeras… se observa desde la carretera, por lo menos 42 excavadoras usadas en la minería ilegal. De forma frenética a vista y paciencia de las autoridades extraen tierra y las depositan en las “zetas” (coladores de 3 metros donde se lava la tierra para separarle del oro con mercurio).

La lista de delitos observados incluye: tala y minería ilegal, cambios de uso del suelo, contaminación, destrucción de vías, desvíos de causes, tráfico de combustibles y porte de armas sin permisos, en la comunidad afirman que por la gabarra de Ahuano pasaron hace unas semanas 300 fusiles.

 

La maquinaria «trabaja» en todos los terrenos que pueden comprar o alquilar los mineros que llegan de Loja, El Oro, Imbabura o Colombia. Lo que se salva son las casas de los campesinos, la mayoría Kichwa pobre, que no quieren hablar de minería, pero sí trabajan con la maquinaria y reciben en promedio USD 3000 por hectárea.

Bajo las palas de las excavadoras desaparecen bosques, cultivos de cacao o de maíz… La tierra la colocan en las zetas para separar el oro. Una vez que acaban de minar, la tierra contaminada se siembra con arroz y en las piscinas con metales pesados se “cultivan” tilapias. ¿Qué pasará con esos productos? ¿Quién comerá tilapias criadas en agua contaminada?

Ni las áreas bajo el Programa Socio Bosque del Ministerio del Ambiente (MAATE) se salvan de la voracidad minera que no deja un respiro. En el ingreso a la comunidad kichwa Rio Blanco donde operan la maquinaria de la minería ilegal, un rótulo recuerda que el MAATE paga a las comunidades para conservar con la ayuda de la cooperación internacional como la KFW de Alemania (Banco de Desarrollo del Estado de la República Federal de Alemania).

La oferta es irresistible para comunidades pobres: USD 3000 por hectárea, más trabajo mientras se mina/destruyen sus tierras. Luego dejarán las “piscinas para tilapia” y la chacra (huerto familiar) inservible. En promedio se demoran un mes en lavar una hectárea de donde extraen hasta 8 «cortes» de oro.

La imagen es de devastación absoluta junto al río. No queda nada en pie y hasta la vía inaugurada hace unos meses fue afectada. Las excavadoras removieron material en el filo mismo de la carretera, la cual ya ha desaparecido un tercio de un carril.

Los colectivos Napo Ama la Vida y Napo Resiste calculan que la destrucción del Río Huambuno supera los 32 km. ¿Qué hacer? ¿Qué autoridad se da una vuelta y evita que el desastre de Yutzupino se repita? Esta vez no es a unos pocos minutos de Tena, ahora Huambuno está a una hora de camino, pero la desidia y la inacción es evidente.

El silencio del Ministerio del Ambiente y el resto de autoridades desconcierta a los activistas.


Fuente fotos: Bitácora Ambiental