En este camino al suicidio nacional en que se ha convertido este proceso electoral, hay algo quizá más dramático que el penoso papel del Consejo Nacional Electoral dirigido por Diana Atamaint: el relato que se tejió alrededor de Yaku Pérez y que él no sólo admite sino que repite, como una verdad cierta: él ganó la primera vuelta. No ganó a Guillermo Lasso como segundo finalista. Ganó a Andrés Arauz. Bastaría, dice él, abrir las urnas en Manabí, en Guayas y El Oro para cerciorarse de que si no empata con el candidato correísta, lo supera. ¿Cómo lo sabe? No importa: lo sabe.
Yaku Pérez no necesita probar nada. Le basta con decirlo. Y dice muchas cosas y muchas irresponsablemente. Que hay un fraude vergonzoso. Que ese fraude lo perpetró “el pacto satánico” hecho por Rafael Correa, Jaime Nebot y Guillermo Lasso. Que le están robando los votos en el CNE cuyos miembros son cómplices a triple título: de la corrupción que opera desde Bélgica, de la corrupción “del feriado electoral” y de “asesinar la democracia”.
¿Tiene pruebas contundentes de lo que dice? Porque, de paso, en la demanda que presentó ante el CNE solo sumó 72 actas físicas con inconsistencias. 72 actas de un universo de alrededor de 44.000 actas. Yaku Pérez, en la rueda de prensa que dio esta mañana, (ahí está el video) no parece considerar que es necesario. Él tiene, dijo, dos herramienta poderosas de su lado: la legitimidad y la verdad. Y, claro, a la verdad (¿quién contradice la verdad?) le suma un acápite absolutamente incuestionable: la verdad jamás sucumbe ante las mentiras y la corrupción. Es el axioma del monje que, prevalido del ropaje, no tiene que probar nada. De hecho, ante una pregunta de si lo que está pidiendo es legal, respondió que la legitimidad está por encima de cualquier ley. Eso también dijo Rafael Correa.
Yaku Pérez ya no reflexiona lo que dice: sólo repite el relato que lo pone a él como centro de la gran gesta que el país tiene que admitir por las buenas (que el CNE haga todo lo que pide) o por las malas (con las movilizaciones que vienen hacia Quito). En ese relato el CNE es una fábrica para robar votos, Lasso es el títere de Nebot, Arauz el títere de Correa y él, el representante del lado bueno de la fuerza. El único.
El relato tiene otro ingrediente que, si no fuera tan dramático el contexto en el cual lo usa, podría ser un chiste que se contaría solo. Según él, así Lasso le ganara en votos, no debe competir con Arauz porque perderá en forma irremediable. Él, Yaku Pérez, es el único que puede vencerlo. Dicho de otra forma, no importa siquiera contar los votos. Si el país quiere que Correa no vuelva, Lasso debe hacerse a un lado y dejarlo a él como segundo finalista.
Así, el problema que tiene el país por delante parece inextricable. Porque que se sepa el CNE quiere dar paso al pedido de Pérez. Pero el CNE es la autoridad y no un simple amanuense de su voluntad. El CNE y Guillermo Lasso están de acuerdo con verificar las actas en Guayas y las otras provincias señaladas. El CNE lo hará ante sus delegados y las de los otros partidos. ¿Tiene el CNE que someterse a procesos legales? Absolutamente. A menos que Yaku Pérez crea que está en la república de los soviets donde la legitimidad de sus votos vale más que la de sus contrincantes y crea que eso basta para que cumplan con todos sus designios. No hay fraude probado ni intentos de ocultamiento como él dice: hay un CNE que tarda a operativizar el acuerdo que se cuajó hace 5 días. Y por eso ha sido ampliamente criticado, hasta por la OEA.
¿Qué está haciendo, entonces, Yaku Pérez? Legitimar un relato de fraude que no ha podido probar. Declararse ganador antes de que las actas de la primera vuelta sean examinadas. Desprestigiar a los jueces del CNE encargados, ante sus delegados y los de los otros partidos, de esa verificación. Movilizar a sus bases -azuzadas con la versión absurda y peligrosa del fraude no probado- para que vengan a Quito a reclamar el segundo puesto para él. Insultar a los jueces y a su adversario, envenenando así el clima sereno que debe tener la campaña presidencial. Declarar desde ahora la prensa responsable de que Correa vuelva, so pretexto de que no compra a ojo cerrado su versión. Empapelar el proceso llevándolo a todas las instancias nacionales e internacionales, antes de que tenga evidencia contundente de que su relato es cierto. En definitiva, o es él. O trabaja desde ahora para que se anule esta elección. Como quiere Álvaro Noboa, cuyos asesores ahora lo rodean.
En claro: él es el segundo finalista -quizá el primero-, el CNE detiene el conteo de votos que por obligación debe anunciar, la sociedad pliega ante su relato, la prensa es obsecuente con su causa… o aquí arde Troya.
Ni modo: apareció otro salvador y desde ahora quiere hacer lo que la da la gana.
Foto: El Universo.