“No somos animales, los animales se venden”. Así funciona la venta de niñas indígenas
Tomado de: https://plumasatomicas.com/
En México la venta de niñas y niños sigue vigente. Esta práctica se localiza en distintos estados, pero impera en algunas comunidades indígenas. Una de las prácticas más normalizadas es el matrimonio infantil, en éste se intercambia a las menores de edad por terrenos o ganado.
El abuso infantil tiene diversas variantes, en nuestro país el más común es el abuso sexual por parte de tíos y primos. Sin embargo, hay otras forma de abuso que implican una o varias agresiones. Una de estas es el matrimonio infantil en el que obligan a una menor de edad a convivir con adulto. Esto no sólo implica abuso sexual, también trata y esclavitud contra los infantes. En diferentes comunidades indígenas esta práctica sigue vigente. Los padres o tutores de las y los menores de edad hacen convenios materiales a cambio de sus hijas. Es un práctica ejercida mayoritariamente por hombres. Los padres de las novias de Guerrero reciben dotes que oscilan entre los dos mil y 18 mil dólares. Sin importar las denuncias ciudadanas y la resistencia de las víctimas, diversas comunidades indígenas defienden sus “tradiciones”.
“No somos animales (…) los animales son los que se venden”, compartió su testimonio una mixteca de 23 años que fue vendida a los 14.
Esta mujer es originaria de la comunidad de Juquila, ubicada en el municipio de Metlalónoc, uno de los más pobres a nivel nacional. En dicha comunidad, una de las 66 de Guerrero, intentan extinguir esta práctica. Una vez que las menores de edad son venidas, deben someterse a las normas y exigencias de la familia de su comprador. Esto se traduce en diferentes tipos de abuso: sexual, económico, físico y emocional. Algunas sobrevivientes han descrito esta práctica como una forma de esclavitud.
“Las niñas quedan en absoluta vulnerabilidad. Su nueva familia las esclaviza con tareas domésticas y agrícolas“. “A veces los suegros abusan sexualmente de ellas”, aclaró el antropólogo de la ONG Tlachinollan.
Las niñas son vendidas tras su menarquia o menarca, esta práctica es ejecutada por 420 comunidades que se rigen por usos y costumbres avaladas en la Constitución. Una sobreviviente de 61 años explicó que sus compradores sentían que tenían toda clase de derechos sobre ella, su cuerpo y su vida. Cuando fue madre, se rehusó a hacerle lo mismo a sus hijas. No obstante, hay mujeres que afirman: “yo sí voy a vender a mi hija en 110, 120 mil pesos, quiero dinero”.
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