El sufrimiento y las muertes por COVID que Moreno pudo evitar

Tomado de: https://desalineados.com/2021/02/el-sufrimiento-y-las-muertes-por-covid-que-moreno-pudo-evitar/1124/

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Romel Jurado Vargas

Con verdadero dolor y también indignación me enfrento a la penosa tarea de tratar de ordenar las causas que pueden explicar la agresiva propagación de la COVID-19 en Ecuador, centrándome en aquellas que pudieron ser controladas, evitadas e incluso suprimidas.

Al principio de la pandemia, el confinamiento, el uso de mascarilla y el continuo lavado de manos, acompañado de la organización y mantenimiento de las actividades indispensables para la vida, así como el uso regulado de los espacios públicos parecían ser las mejores medidas de evitar el contagio de la COVID y, en efecto, así es, esas son las mejores medidas que se pueden tomar.

Sin embargo, la falta de capacidad del Gobierno de Lenin Moreno para gestionar adecuadamente estas medidas, pronto le llevaron a delegar su regulación y control en manos de los gobiernos autónomos descentralizados (GAD). El hito más catastrófico de esta terrible decisión fue la marea de muertos que Guayaquil veía caer en la vía pública, en sus propias casas y en los hospitales que, además, extraviaron los cuerpos de muchas personas fallecidas.

Todos estábamos muy asustados, por lo que nos confinamos disciplinadamente en nuestros hogares, echando mano de lo que pudimos para sostener nuestros gastos regulares. Los que pudieron hacer trabajo virtual fueron los mas afortunados, porque conservaron sus ingresos o una parte de ellos, aunque sus horarios y cargos laborales aumentaron por la magia de la virtualidad.

Los demás, es decir quienes fueron despedidos o no podíamos realizar nuestras actividades comerciales, profesionales o productivas, echamos mano de los ahorros, de los préstamos, de la tarjeta, de la solidaridad para sostener a nuestras familias. Pero esa situación era económicamente insostenible, salvo que el Gobierno proporcione a las personas medios económicos o materiales para mantener el confinamiento, porque esta es la medida realmente más efectiva para evitar el contagio, siempre que se acompañe con el continuo lavado de manos y la sanitización de los alimentos.

Bajo el argumento de que las arcas fiscales estaban en crisis, el Gobierno de Moreno ni siquiera se planteó la posibilidad de entregar una ayuda económica de emergencia para mantener el confinamiento por el mayor tiempo posible, como lo han hecho otros países del mundo, mientras se desarrollaban la tan esperada vacuna.

Sin embargo, el Ministro de Finanzas del régimen morenista, Richard Martínez (ahora vicepresidente del BID), realizó un prepago de la deuda externa por 2000 millones de dólares al precio nominal de dichos papeles, cuando su precio en el mercado secundario era de apenas el 20% de ese valor nominal, y para peor, llevó a cabo un proceso de renegociación de papeles de deuda, aproximadamente por 13 500 millones de dólares, a los que les reconoció el 91% de su valor nominal.

Dicho simplemente, una deuda que se podía haber liquidado con 13 000 millones de dólares, se ha convertido en una deuda de aproximadamente 25 000 millones de dólares, la que tendremos que pagar hasta el año 2040, y ni un solo centavo de esa deuda ha tenido como destino combatir la pandemia en términos de salud pública, ni aliviar a las personas de sus nefastas consecuencias en términos económicos y sociales.

En ese contexto, era inevitable la presión social y económica por salir del confinamiento. Básicamente el dilema al que se enfrentaron los ciudadanos comunes fue: morir de hambre y ahogados en deudas dentro de la casa o salir a la calle y buscarse la vida como sea, con el riesgo de contagiarse de COVID.

Ante esta presión social y la de los grupos económicos que querían retomar sus actividades, el Gobierno de Moreno decidió relajar el confinamiento y autorizar la apertura de ciertos espacios turísticos durante los feriados. Lo hizo además exhibiendo registros que aparentemente demostraban bajos niveles de contagio y muertes por COVID.

Ese llamado subregistro y la ductilidad para modular el confinamiento generaron en la población una falsa sensación de seguridad, razón por la cual muchas personas hartas del encierro sufrido por meses, sin ninguna medida pública psicosocial que lo haga más llevadero, ni ninguna medida económica que lo haga sostenible, empezaron a salir a la calle, como lo hace un niño o un loco que salta desde lo alto de una casa pensando que no caerá por un acto de magia y que, si “por mala suerte” cae al vacío, sobrevivirá sin mayores secuelas.

La campaña electoral y su dinámica territorial, así como los confusos y falsos mensajes que el Gobierno de Moreno ha difundido sobre el número de vacunas que han sido traídas al país y como se han aplicado, y también sobre el número de vacunas que vendrán hasta que su mandato termine, han sido otra vez factores que han agravado la crítica situación que vivimos.

La pregunta es ¿Cuántas de estas medidas tomadas por el Gobierno de Moreno (acciones o inacciones) pudieron ser evitadas? Y la respuesta es: todas.

Por eso, Moreno y sus ministros y exministros de Salud, Economía y Gobierno, son responsables de todas las desgracias, las muertes y contagios que se pudieron prevenir o evitar, usando los recursos públicos para atender a las personas en los hospitales; para adquirir las medicinas. Equipos e implementos destinados a prevenir y atender el contagio; para implementar las medidas psicosociales y educativas que hagan más llevadero el confinamiento; para sostener económicamente el confinamiento por el mayor tiempo posible; para adquirir sin demora todas las vacunas que podamos; para vacunar prioritariamente a la población mas vulnerable y en primera línea de riesgo, como lo han hecho otros países de la región y el mundo.

Se dirá también que nuestras actitudes irresponsables no se le pueden ni se le deben imputar al Gobierno de Moreno y a sus ministros, que nosotros mismo somos culpables de los contagios, porque vamos a fiestas y balnearios los fines de semana y los feriados. Cierto es, hay bastantes irresponsables que pudieron mantener el confinamiento no lo hacen.

Sin embargo, la gran mayoría de la población -que son las personas empobrecidas por la pandemia y por el manejo de la misma- no tiene otra alternativa que salir a la calle a buscarse la vida como sea y donde sea. Para ellos quedarse en casa, mantener la distancia social, trasportarse sin riesgos de contagio e incluso usar alcohol o mascarillas adecuadas y limpias se han convertido en lujos que no pueden permitirse.

Para desgracia de todos, la terrible gestión de Moreno respecto de la pandemia ha convertido a las personas empobrecidas en los pasajeros más frecuentes del tren de la muerte, cuya maquinaria y vagones él mismo se ha encargado de fabricar.

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